Como ya se ha ido adelantando, la fotografía de indígenas recurrió en el contexto latinoamericano a múltiples elementos esquemáticos que simplificaron la representación del sujeto “otro”. Para el caso mapuche encontramos que los tres fotógrafos principales del periodo estudiado, Cristian Valck, Obder Heffer y el propio Milet, han generado un repertorio cuyos efectos visuales son, desde una perspectiva contemporánea, más o menos comparables. Esto se entiende como consecuencia de la popularidad que adquirió el tipo mapuche como tema o motivo de la fotografía, pero además, por una serie de cuestiones prácticas: como plantea Gastón Carreño, estos fotógrafos se vieron enfrentados a numerosas limitantes técnicas en la realización de sus fotografías, como el retraso con que llegaban las últimas tecnologías a los pueblos fronterizos, respecto de la capital y Valparaíso, por ejemplo. El peso de las cámaras fotográficas, además, que para la época era de alrededor de cuatro kilogramos, dificultaba la realización de sesiones demasiado extensas, tomando en cuenta que la técnica del retrato requería de un cierto periodo de inmovilidad. Esto último podía ser sorteado con el uso de un trípode, pero éste, a su vez, limitaba los ángulos de encuadre permitiendo variaciones de no más de 20°[1]; además de limitar la propia movilidad de la cámara (lo que dificultaba las tomas en exterior). Por otro lado, los lentes eran únicos y no intercambiables, por lo que para realizar encuadres diferentes había que mover manualmente la cámara hacia adelante o hacia atrás. Limitaciones que permiten comprender, sin dejar de considerar la importancia de las tendencias y modas que regían la producción de retratos en la época, la existencia de numerosas similitudes en la producción fotográfica de la mayoría de los fotógrafos de frontera, que en gran medida se organiza según los mismos parámetros compositivos. Estas similitudes guardan relación además, con el uso de los formatos carte de visite y cabinet, cuya estética se encontraba, como ya vimos, normalizada.
Dentro de la estandarización en que derivó la imagen fotográfica del sujeto mapuche hacia fines del XIX, sobre todo para el caso femenino, encontramos un modo de componer que se basaba en el uso de poses frontales y encuadres medios que dejaban ver los atributos más “exóticos” de las represadas: las joyas de plata. El tipo femenino mapuche basó en gran medida su esquema composicional en el empleo del cuerpo estático como exhibidor de la joyería tradicional mapuche, cuestión que fue dejando de lado poses, encuadres y ángulos que quitaran protagonismo a este atributo. Como fue en gran medida el caso de Milet, quien construyó un acervo visual ligado a la figura de la mapuche, cuya representación se basó en la elección y composición en torno a la joyería de plata como evidencia de la etnicidad de estas mujeres. En la mayoría de sus retratos individuales, la marcada repetición de los encuadres verticales, de los planos medios y de los ángulos frontales (junto con la presencia efectiva de atributos como las joyas), articulan la serialidad del conjunto Indios Araucanos. Asimismo, este tipo de representación favorece, mediante efectos de luz, la nitidez de los rasgos y las proporciones anatómicas, como también la visibilización adecuada de la vestimenta y ornamentación. A diferencia de los otros grupos al interior de la serie de Milet, los que se organizaban a partir del conjunto o de la actividad, estas representaciones se organizan a partir de la presentación de atributos de carácter indígena. Las mujeres portan múltiples joyas metálicas, cuya presencia, resaltada por contraste con la vestimenta oscura, funciona como el foco de atención de las imágenes.
A pesar de lo anterior, se han encontrado algunas imágenes que quiebran con el estatismo en el que derivó su representación y que incorporaron una serie de fuerzas dinámicas que aportaron variedad al motivo. La más representativa es la aparición del cuerpo completo, pero asimismo encontramos poses de alerta, actitudes de reposo o incluso representaciones emblemáticas (como la imagen del centro); cuestiones que podrían explicarse a partir de un interés, por parte del fotógrafo, de otorgar un espesor narrativo a las imágenes, y que al mismo tiempo transforman a la imagen en el lugar donde encuentra algún espacio de representación la subjetividad de las retratadas.
A pesar de estos quiebres es importante señalar que el grueso de las representaciones fotográficas de mujeres mapuche se limitaban a responder a la simplificación del tipo étnico o cultural, borrando no solo la individualidad y la subjetividad sino que centrando los rasgos atractivos o positivos de la retratada no en el sujeto, sino en sus atributos. ¿Funciona entonces la imagen fotográfica de la mujer mapuche como único referente para las mujeres blancas de la serie Indios Araucanos?
[1]Un encuadre en contrapicado, por ejemplo, se realiza con 45° aproximadamente