De los tres ilustradores principales del libro, probablemente el de mejor “posición” en el campo artístico e impresor sea Frédéric Sorrieu (París, 1807 – Seine-Port 1887) litógrafo con taller en el Passage du Caire, el más antiguo de los pasajes techados de París –a los que se refiere Walter Benjamin en su célebre obra inspirada en ellos– lugar en que se concentraban los talleres impresores y litográficos a mediados de siglo. Según lo que se deduce de la carpeta de la obra de Sorrieu conservada en la Biblioteca Nacional de Francia (BnF) se trata de un ilustrador con trabajo estable, vigente aproximadamente entre 1845-80.
Según la información que entrega el Museo de Seine-Port, donde vivió los últimos años, Sorrieu estudió con el pintor, acuarelista y litógrafo Isidore Laurent Deroy, a su vez discípulo de Louis-François Cassas, pintor, grabador y orientalista quien realizó estampas para al menos tres libros importantes del género “viaje pintoresco”: Voyage pittoresque ou description des Royaumes de Naples et de Sicile, Voyage pittoresque et historique de l’Istrie et de la Dalmatie, redige d’apres l’Itineraire de L. F. Cassas, par Joseph Lavallèe y Voyage pittoresque de la Syrie, de la Phénicie, de la Palestine et la Basse-Aegypte.
Si bien según la información del mismo Museo Seine-Port, Sorrieu habría debutado en el Salón de 1836 y recibido mención de honor en 1861, el testimonio impreso conservado en la sección de Fotografías y Estampas de la BnF permite constatar que buena parte de su producción la realizó en calidad de ilustrador, siguiendo el ejemplo de sus maestros. Cientos de imágenes agrupadas en series con títulos como “Petit sujets villageois”, “Album de l’infini”, “Fantasies du jour”, “Esquisses pastorales”, “Miroir des dames”, “Un Tour de France pour F. S”, “Le maître à danser”, entre otras, se encuentran conservadas en la carpeta que lleva su nombre. En general estaba abocado a ilustrar escenas de la vida social y de costumbre y a las vistas de ciudades y lugares atractivos y pintorescos, cosa que hacía con bastante dominio, a través de fórmulas atractivas y agradables, nunca arriesgadas. Muchas de las vistas que realizó de distintos lugares de Europa y París fueron publicadas paralelamente en Nueva York y en Londres. También ejecutó estampas con escenas moralistas y dramáticas (estas últimas según Fragonard), claramente dirigidas a la circulación comercial.
Las escasas reseñas sobre su trabajo suelen destacar como parte de su producción las imágenes de la serie “La república democrática y social universal”, un conjunto de litografías de alto contenido revolucionario que entre 1848 y 1850 promovió el sufragio universal y la caída del orden monárquico, transformándose luego en una pieza célebre a partir de la cual reconstruir y estudiar las imágenes que encarnan las primeras ideas y causas del socialismo. Sin embargo, como puede presumirse debido a la condición de ilustrador que ostentaba Sorrieu (y como lo demuestra un estudio reciente de Raimond Rütten[53]), la célebre serie no es de su autoría intelectual, sino más bien él es el autor y ejecutor de la versión litográfica. Según los datos recabados por Rütten es probable que el encargo de reproducir las imágenes de la serie lo haya recibido el impresor Lemercier (cuyo taller produjo varias de las piezas del conjunto) por parte de la Association pour la propagande democratique et sociale, que tenía derechos exclusivos para la distribución del material. La autora intelectual de estas célebres imágenes es una mujer, Marie Cécile Goldsmith, conocida como “Citoyenne” en los círculos revolucionarios europeos, que pagó su arrojo con prisión y el exilio en Bruselas, mientras Frederic Sorrieu siguió pacientemente trabajando en su taller parisino hasta por lo menos mediados de la década del 80. Regularmente Sorrieu realizaba estampas por encargo, casi siempre basándose en gráficas realizadas previamente por un artista.
En relación con su trabajo para Chile ilustrado, se trata probablemente de un encargo menor dentro de todos los que recibió, que se encuentra no obstante muy en la línea de su trayectoria y se adecúa a su experiencia como litógrafo e ilustrador. Al momento de serle encomendadas las estampas para el libro de Tornero, Sorrieu ha alcanzado su madurez “artística” y cuenta con gran pericia en la producción de vistas de ciudades, lugares y gentes[54]. Esta experiencia se pone indudablemente en juego a la hora de producir las imágenes del álbum: su tratamiento de la Plaza de Armas de Santiago, por ejemplo, es en alguna medida similar al que da a los entornos de Tullerías, Louvre y Plaza de la Concordia, en ilustraciones que realizó previamente, también como encargos del taller Lemercier.
[53] Republik im Exil: Frankreich 1848 bis 1851, Marie Cécile Goldsmith, Citoyenne und Künstlerin (New York: Georg Olms Verlag, 2012).
[54] Sorrieu no limitó su producción a la dependencia del Taller Lemercier&Cía. Trabajó para varias casas impresoras como Imprenta Benard, D’Aubert et de Junca, De Fromentin, De Frey, De Cattier, De C. Motte, De Turgis.