La representación fotográfica de la muerte encuentra tres vertientes principales para el caso de los medios periódicos del periodo 1880-1920. La primera, y la menos predominante, es la muerte asociada directamente a la guerra, donde militares de alto rango, aristócratas o casos “llamativos” (como el de algún soldado fusilado por traidor) aparecen mediante la inclusión de sus cuerpos sin vida en imágenes fotográficas.
Una segunda variante es aquella correspondiente a la inclusión de infantes fallecidos. Aunque sobrevive en estas imágenes la tradición de la representación (pictórica y fotográfica) del angelito, aquí se privilegian imágenes asociadas a muertes trágicas y violentas: asesinatos, incendios, derrumbes, accidentes, etc.
Y la tercera vertiente, y aquella más predominante, es la de la muerte asociada a “sucesos policiacos”, incluida en secciones específicas destinadas a la narración de eventos policiales, como asaltos, asesinatos, persecuciones o peleas al interior de la cárcel. La variedad de este tipo de imágenes es amplia, y va desde detalles del rostro, hasta cuerpos yacientes en el sitio del suceso o en espacios institucionales (como el hospital o la morgue).
De este tipo de fotografías hay dos derivas interesantes, una más cercana a la corriente de la fotografía identificatoria. Una de ellas, compuesta principalmente por retratos, persigue la nitidez de los rasgos del sujeto representado y la posibilidad, por tanto, de su identificación en tanto preso, delincuente, asesino, etc. La otra deriva busca más bien el registro de cuerpos fallecidos y en ella se pierde muchas veces la identidad de los sujetos y sobresale el evento policiaco en su magnitud. El difícil de discernir el origen de estas fotografías: no queda claro si fueron realizadas con una intención periodística, o si provienen directamente de archivos policiales o médicos, a partir de los cuales se traspasaron hacia otros ámbitos, ampliando el espectro de temas ofrecido por la cultura impresa de periodo.
Serie elaborada por Nicole Iroumé Awe